viernes, 28 de mayo de 2010

Los 80's, "La decada podrida"


Los ’80, la década perdida

“Los hippies y los punk tuvieron la ocasión/ de romper el estancamiento / En las garras de la comercialización/ murió toda la buena intención” (Los Prisioneros, “La Voz de los ‘80”)

El asunto era ver la relación entre punk – política – cambio social. Aclaramos entonces que el punk no es político en sí sino que posee un discurso político que puede o no ser revolucionario. Entonces, ¿de dónde vendría esta tan bullada manía durante los últimos años de relacionar el punk con el anarquismo y la “revolución”? Para responder a esto debemos volver al hecho de que el punk nace en barrios obreros, barrios con la soga al cuello con la crisis económica por la que atravesaba Inglaterra y que, en este descontento provocativo que significó el punk también otros temas salían a flote: la represión policial, la discriminación racial, y, también, un incipiente sentido de la lucha de clases. Esto, evidentemente, hacía que sus exponentes se fueran acercando a la política “tradicional”, pero con ello rebalsaban el discurso “cultural” que él punk tenía. Aspiración honesta: se trataba de cambiar el mundo, no sólo de provocarlo...

Para ello los años ’80 mostrarían cómo, en el sentido político, el discurso punk no era capaz de transformar el mundo al que criticaban. Para ejemplificar esto, que mejor que The Clash, los cuáles, de la crítica desenfadada puramente punketa (“1977”, “Janie Jones”) su discurso, que buscaba ser más que la banda sonora del descontento, sino un aporte a la revolución proletaria vio el ingreso en sus letras –y por lo tanto en su discurso- de elementos de la política tradicional propio de un marxismo crítico (“Washington Bullets”, “Sandinista”). Con este giro, ya abandonaban la táctica de la provocación de las mohicas y las guitarras desafinadas por la denuncia antiimperialista y la propuesta concreta. Con esto, no hacían más que demostrar los límites de la propuesta punk, el mismo lema que propiciaran tantas veces los lamentablemente tan poco difundidos Dead Kennedys y Crass al gritar que el punk había muerto cuando consideramos que la escena era la vida real (no las relaciones de producción desiguales que el capitalismo producía). ¿Por qué? Sencillo: la estrategia del punk tenía sentido en la medida que su crítica, que nacía de las contradicciones de clase que se vivían no sólo en los suburbios londinenses, lograba llegar a la sociedad entera. Ahora, la mercantilización de la cultura punk (la misma estrategia desarticuladora que hiciera el sistema contra el movimiento hippie) hizo que este movimiento, para sobrevivir, se refugiara en su ghetto, donde su prédica del descontento sólo se mantenía en círculos reducidos y, por ende, inofensivos. Para qué hablar de la atomización total del mismo en millones de grupúsculos que se proclamaban tontamente unos a otros como la rebeldía auténtica.

Sid Vicious paseándose con una swástica en la chaqueta era exclusivamente provocación comercial, nada tenía que ver con lucha de clases...

Extracto del artículo "El punk no ha muerto, andaba de parranda"...

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